El exclusivo hotel El Castillo está al borde de la quiebra y sólo una generosa inyección puede salvarlo, para lograrlo, Ceci se esmerará en recibir con todas las de la ley al ejecutivo extranjero que está interesado en invertir en el hotel que tanto quería su padre. Sin embargo, la vida hará una jugada impensable: ella confundirá al supuesto magnate con Primo González , un joven de un barrio popular que viene en busca de la vacante de mesero.
En medio del alboroto, Primo no tendrá otra opción que seguir la mentira y la historia se pondrá aun mejor cuando Eduardo, el verdadero inversionista, decida aceptar el puesto de camarero para analizar de incógnito si el negocio es viable. “Los televidentes verán sufrir a Primo por mantener las apariencias. Él no tiene modales, es muy impulsivo, no piensa para hablar y a su vez es un hombre tremendamente honrado, protector y de buen corazón. Se dejará llevar por la malicia indígena para resolver los líos en los que se meta”.